TEXTOS CREADOS POR EL ALUMNADO DE 2º FPB curso 16/17

05.10.2016 12:45

Presentamos las creaciones literarias de los alumnos de nuestra clase para que quede constancia del esfuerzo y ilusión que le ponemos  a esta actividad.

Tema: TEXTOS CREADOS POR EL ALUMNADO DE 2º FPB curso 16/17

El Perfume

Fecha: 02.11.2016 | Autor: Javier Contreras

4 de octubre de 1870

Empieza un nuevo día muy prometedor para mí. Cuando me iba a la cocina para desayunar, me caí por las escaleras. Me puse la ropa y saliendo por la puerta tropecé con una piedra y caí al suelo. Entré en casa, me cambié la ropa y salí pensando que este día iría muy bien.
Llegué a la carpintería y justo vi un montón de gente en la puerta, pensaba que venían a la tienda a comprar cosas pero no, solo estaban allí porque esta noche me habían entrado a robar. Entré en la tienda para comprobar el daño y todo lo que me robaron pero, por suerte, no consiguieron llevarse nada. Aunque me hayan intentado robar ha sido una mañana productiva, he tenido que hacer muchas cosas que me pidieron por encargo.
Al salir para el almuerzo me vinieron fuertes olores como todas las mañanas que me quitaban las ganas de comer, olía a madrona. Todas las calles estaban llenas de mugre y todas las personas sucias.
Justo después de almorzar tuve que ir corriendo hacia la tienda porque se me olvidó construir unas vigas de maderas que necesitaba mi amigo Rubén para poder terminar su casa.
Simplemente estaba siendo uno de los peores de mi vida solo me pasaban catástrofes. Cuando estaba terminado la viga de madera entraron muchos niños pequeñitos pidiéndome serrín para sus conejos. Yo el serrín lo vendía pero como eran pequeñines decidí regalárselo.
Estaba cerrando la tienda y empezó a llover, estaba todo el suelo mojado con ese olor a pescado podrido que había en todos lados. Me encontré con los chicos a los que le regalé el serrín y me dieron un trozo de tela para que no me mojase pero aun así con la buena intención que tuvieron los chicos acabé empapándome de la lluvia.
Llegué a casa muy mojado y me estaba esperando mi señora con un baño caliente y una rica cena. Me quité la ropa, me sequé el pelo y me metí en el baño, menudas sensaciones me dio cuando entre en el baño ¡qué placer! Salí cené con mi señora y me acosté pensando qué tal seria el siguiente día.

Un día de 1780

Fecha: 28.10.2016 | Autor: Amanda Cano García

Hoy es 2 de julio del 1.780, verano hace mucha calor. Me despierto muy temprano , me visto , me pongo medias muy finas con algún que otro agujero , una falda larga negra y una camisa blanca muy fina también y raída por los puños , en los pies llevo unas alpargatas , desayuno un vaso de leche de cabra sin nada más y salgo de casa con un sombrero de paja en la mano para evitar que me del sol en la cabeza .
Luego me dirijo a la huerta del señor Vicente al que compro pimientos, tomates, cebollas, sandías y melones recién cogidos de su campo. Mi hijo de doce años, que ayuda a llevar fruta y verdura al puesto que está un poco lejos, no podemos con toda la mercancía y tenemos que parar para descansar varias veces. Por fin llegamos a la plaza del pueblo, ese es lugar donde monto el puesto, llevo más de quince años montando el puesto en el mismo sitio, en una plaza pequeña y los días del mercado se llena de puesto y de gente que ha venido de pueblos cercanos.
Empiezo a pregonar el nombre de los productos que vendo y la gente se acerca, hay mucha gente hoy en el mercado , paso todo el día vendiendo . Almuerzo un poco de pan y sardinas que me regalan mi vecina, la pescadera. Al ponerse el sol, recojo el puesto, hoy lo vendido todo, estoy muy contenta y6 tengo algún dinerillo en el bolsillo, aunque después de pagarle al señor Vicente, quedará poco.
De vuelta a casa me paro en una fuente que hay cerca, me refresco un poco pues, a pesar de que ya es tarde, el calor es insoportable. Lleno un cubo de agua y me lo llevo a casa, al llegar preparo la cena que consiste en una sopa y un trozo de pan.
Después de cenar me voy al cuarto, me quito las alpargatas, la falda, las medias y me meto en la cama. Estoy muy cansada.

Un día de 1780

Fecha: 28.10.2016 | Autor: Leticia Valle


Hoy es un día de invierno,hoy hace mucho frío. La gente estaba en sus casas tomando un café calentito y unas tostadas con manteca,los niños dormidos en sus cuartos, también en la cama calentitos pero yo estuve que madrugar para ir a la casa del Sr Bustamante. Él es un perfumista muy importante que me contrató hace un mes para hacer perfumen.
Mi trabajo con el Sr Bustamante consiste en averiguar los componentes para hacer los perfumes.
Tengo que ir a buscar las flores, plantas e hierbas etc... Hoy busqué las flores como las margaritas, amapolas y muchos otros tipos. Estando en el campo me encontré con Amanda que estaba recogiendo frutas y su hermana María José pescando peces en un río.
De camino a casa del Sr Bustamante las calles apestaban a estiércol, los patios olían a rata, las esquinas de las calles a orina, las sábanas estaban sucias y olían muy mal. La casa olían desagradable y la gente a sudor fuerte. Los techos de las tiendas estaban rotas y sucias. Me paré en el mercado, estaban comprando pescado y cuando el señor levantó el pescado salió un olor muy fuerte porque el pescado estaban podrido, me entraron ganas de vomitar me fui corriendo porque no podía soportar el olor.
Llegué a la casa del Sr Bustamante, su casa era limpia y olía bien a perfumes de todas clases: rosas, vainillas, mora,coco... La casa estaban formada por dos plantas, en la primera planta estaban el salón, la cocina, el baño y los dormitorios y en la segunda planta estaban los dormitorios de los invitados y en el sótano había una habitación donde preparaba los perfumes. Era grande, oscura y limpia. Tenía muchas estanterías donde ponía los botes de los perfume, dos mesas grandes donde alambique que servía para echar los líquidos del perfumes. Cuando yo llegué a la habitación el Sr Bustamante estaban esperando los ingredientes para hace una muestra de perfume. Le entregué la cesta de los ingrediente que me pidió. Lo primero que hizo es ve mirar la cesta para ver si estaba todo bien o no.
Luego mezclé el agua, aceite y alcohol para que saliera el perfume.
Desde que empecé pasaron dos o tres días para terminar con el perfume. El final de la prueba del perfume salió bien, su olor era muy dulce,olían a caramelo fundido, chocolate y un poco de menta para darle frescor. Yo se lo enseñé al Sr Bustamante, lo olió y le pareció que era un buen trabajo.

15 de agosto de 1780

Fecha: 28.10.2016 | Autor: Maria Jose Cano Garcia


Hoy es un día de otoño. El día amanece nublado y hace frio. Me despierto muy temprano como todos los días , me visto con todas las ropa que tengo en la silla ; me pongo unas medias oscuras de lana que están llenas de roto, una falda larga, un mandil, una camisa raída unas alpargatas negras y viejas . Por ultimo , me echo un chal
por encima de los hombros huele a pescado, pero ya estoy acostumbrada , llevo diez años montando mi puesto en la plaza Mayor de la ciudad .
Como todas las mañanas , desayuno un vaso de café de malta y salgo de casa con varias cestas . Me acerco al rio que atraviesa la ciudad . Debajo del puente unos pescadores me venden : barbos, techas y carpas . Mi hijo de diez año me ayuda a llevar las tres cestas de pescado hasta la plaza Mayor. Me pongo a preparar el puesto de pescadera, tengo tres cestas de mimbre, una para cada clase de pescado.
El almuerzo lo hago en el puesto, consiste en un mendrugo de pan. Cuando cae la noche, recojo el puesto, apenas ha habido gente hoy en el mercado, no he tenido un buen día, la venta ha sido mala, tengo las cestas llenas de pescado y no llega a un real en el bolsillo. Me voy a casa, me acerco a la fuente y traigo agua para lavarme y hacer la cena; me lavo un poco y preparo la comida, hoy cenamos trucha frita que es lo que me ha sobrado del puesto. Después de cenar recojo la mesa y me voy a la cama, me quito las alpargatas, el chal, la camisa, el mandil, la falda y las medias que pongo en la silla para el día siguiente. Apago el candil y me meto en la cama, estoy cansadísima.

27 de febrero de 1780

Fecha: 28.10.2016 | Autor: Nayara

Hoy, 27 de febrero de 1780.
Buenos días,
Emprendo mi camino para buscar tierras nuevas. Mi tierra ya no me da lo suficiente para poder alimentarme. Salgo a las seis y media de la mañana para que nadie se dé cuenta de que me voy, cojo una muda de ropa y sigo. A medio camino, miro para atrás y veo unas tierras muy lejanas, las tierras donde vivía yo.
Llegué a un pequeño pueblo. Necesitaba comprar algo para sembrar mis nuevas tierras. No tenía dinero. De mis anteriores tierras no había sacado suficiente beneficio como para poder comprar más cosecha. Encontré un mercadillo en medio del pueblo, me acerqué educadamente a un puesto y le pregunté a una señora: “Perdone, señora… ¿Puede usted prestarme un poco de eso, y nada más recoja la cosecha se lo devuelvo?” Era trigo. La señora me miró con cara rara, y me dijo que no me podía prestar nada ya que ella no tenía cómo alimentar a sus hijos. Pasé y seguí buscando.
Me paré en otro puesto, y tenía algo que yo nunca había visto para las tierras. El mercader estaba pegando gritos y decía: “¡Tengo lo nunca visto, si quieres que tus cosechas empiecen a dar sus frutos acércate aquí!”. Me acerqué y le pregunté al mercader si me podría dar una semilla, me dijo que sí, que me dejaba una para que la probara y si me gustaba volviera a por más. Me aseguró que me gustaría y que con todos los beneficios que podría sacar de ahí podría comprar muchas semillas más.
Tenía que buscar un hogar donde vivir, ya que conseguí unas tierras pero todavía no había encontrado una casa donde poder vivir y refugiarme del frío de este invierno tan intenso.
Iba caminando por la calle y escuché unos gritos en un patio de un vecindario, entré para adentro con rapidez y me encontré a una chiquilla tirada en el suelo y un hombre pegándole patadas. No podía dejar que a una chica le pegaran, y me encaré con él. Recogí a la muchacha del suelo. Ella estaba un poco mareada y me dijo que la acompañara a su casa. La acompañé y estuvimos charlando un rato. Me quedé esa noche con ella a dormir, me enseñó que tenía una gran variedad de perfumes con un olor muy agradable. Le dije que si me dejaría probar a crear un perfume, el perfume perfecto.
Salí en busca de productos para poder crear ese perfume que quería hacer, encontré miles de cosas y me puse manos a la obra. Y por fin, creé un perfume, ese perfume era tan valioso, que la chica con la que pasé la noche se enamoró de mí, y se vino conmigo para mis tierras, y juntos fuimos felices.
Mi perfume fue llamado el perfume desconocido.

26 de Enero de 1780

Fecha: 28.10.2016 | Autor: Fabiola Castro Carrera

26 de Enero de 1780
Buenos días, hoy ha sido un día muy triste en Arcos. Yo he estado trabajando sobre un perfume nuevo. Los olores de la calle me molestaban un poco porque olía a rata y a piel muerta.
A una mujer la han condenado porque después de parir ha abandonado a su hijo. A media mañana yo estaba dando un paseo pensando en cómo hacer mi perfume nuevo cuando, de repente, escuche el llanto de un bebé, yo me asusté mucho porque cuando levanté la cortina era un recién nacido, me dio mucha pena y decidí llevármelo a la perfumería. Estando allí, lo bañé y lo cuidé. El niño a las cinco se durmió y yo estaba trabajando mientras tanto en el perfume nuevo. He pensado que ese perfume puede ser el olor del niño, esa sensación bonita al yo bañarlo y cuidarlo.
Empecé a buscar los ingredientes para conseguirlo, después de mezclar tantos ingredientes y equivocarme me agobié un poco porque no era ese el olor de ese bebé.
Dejé al bebe dormido y fui al campo a coger los ingredientes que me hacían falta y a extraer los aceites esenciales. Después de dos horas descubrí que los ingredientes que me llevaba a ese olor de ese bebé era:
• 1 Gota de aceite esencial de geranio.
• 1 Gota de aceite esencial de lavanda.
• 15 ml. De aceite de almendras.
A eso escuché la puerta, era Adrián el campesino. Él a veces me trae la fruta para los perfumes. Me comentó que Gonzalo el Herrero del pueblo, trabajando se había quemado, entonces le di un tarro de aceite de almendras para aliviar la quemadura.
Finalmente comencé a hacer el perfume:
Primero, en un bote de vidrio le añadí los 15 ml de aceites de almendras, luego la gota de aceite esencial de geranio y la otra gota de aceite esencial de lavanda, con mucho cuidado porque solo es una gota. Finalmente, lo tapé y guardé bien en un lugar que no le diera la luz y donde no hiciera mucho calor para que el olor se fundiera bien.
Acabé a las nueve de hacer el perfume, vestí al bebe y fuimos a visitar a Gonzalo para ver cómo seguía de la quemadura. Allí en su casa estaba Adrián echándole el aceite de almendra. Les estuve explicando lo del bebé porque al verlo se sorprendieron.
Ahora estamos los dos en la cama, él bebe y yo he pensado que necesita un nombre y lo he llamado José porque mi padre se llamaba así, él murió de una infección de la peste.
Ya me voy a acostar, porque mañana tengo que ir a llevar unos encargos de perfumenes y así me pasaré por la frutería y pescadería de las hermanas Amanda y María José porque necesito comida para él bebe.
Buenas noches!

27 de septiembre de 1870

Fecha: 28.10.2016 | Autor: PAULA HERNÁNDEZ PADIAL

Hoy, 27 de septiembre de 1870.

Hoy me levanté con ganas de vender todo el pescado para poder alimentar a mis hijos. Levanté a mis hijos para llevarlos con mi madre, mientras yo, iba a trabajar todo el día.
El mal olor y las ratas nos acompañaban hasta casa de mi madre, mis hijos ya están acostumbrados a vivir así. ¡Cuánto me gustaría poder cambiarles la vida e irnos lejos de aquí!
Una vez que los dejé en casa de mi madre, me dirigí a la plaza para ponerme manos a la obra e intentar vender todo el pescado que allí tenía mi marido.
Cuando ya estaba llegando, oí un ruido extraño y me llamó la atención. Detrás de un árbol, se encontraba una mujer, con ropa sucia al igual que la que todos llevamos, llorando de dolor ya que estaba apunto de parir. Me decidí a ayudarle ya que no me gustaría verme en tal situación y que nadie me ayudara. La cogí como pude y me la llevé para mi casa, ella me venía contando que se llamaba María que era madre soltera, que no era de mi pueblo, y que el padre del hijo que traía en camino la maltrataba y tenía un problema con el alcohol. Entonces ella decidió huir de su pueblo. Le ofrecí mi casa para poder tener a su hijo un poco mejor, aunque yo no tenía muchas comodidades en casa, pero mejor que en la calle llena de basura, ratas, suciedad… iba a ser.
Llegamos a mi casa, la tumbé en la cama y con barreños de agua la fui limpiando un poco, mientras tanto, le puse paños caliente en la frente y le calenté un poco de hierbas naturales para el dolor.
Ella no paraba de agradecerme lo que estaba haciendo, pero lo hice porque me salía del corazón ya que yo me he visto en iguales condiciones.
Por fin nació su hijo, un varón al que decidió llamar Francisco. Mi vecina era partera, y vino a ayudarme para hacerles los puntos, la verdad, es que no estaba nada mal y había tenido el niño bastante bien aun teniéndolo en tales condiciones.
Era una suerte, yo cuando tuve a mis hijos, lo pasé fatal. No había nadie en ese momento para poder coserme, y lo tuve que hacer yo sola.
Le ofrecí a María que se quedara en casa el tiempo que quisiese. Tengo una habitación libre, no con muchas comodidades pero al menos una cama para poder acostarse con su hijo y un techo y comida.
La dejé en casa y me dirigí a la plaza, tenía que vender el pescado.
Cuando llegué, mi marido estaba muy enfadado debido a que no había ido en toda la mañana, le expliqué lo ocurrido y él me contestó:
-¿Tú crees que puedes dejar de venir a trabajar por ayudar a parir a una mujer?
Me parecía increíble, estaba cansada ya de tener que aguantar a una persona tan cruel a mi lado. Le contesté que me iba, que estaba cansada de él, que me iba para casa.
Cuando llegué estaba mi madre con María, ayudandole a darle de mamar al pequeño Francisco. Les conté lo ocurrido, y me respondieron que yo no merecía a tal persona a mi lado, que merecía algo mucho mejor...
La verdad es que sé que si tomo esta decisión de separarme de mi marido, no va a ser nada fácil ya que él es el que compra el pescado y se encarga de meter dinero en casa.
Pero aunque sé que no será fácil, lo voy a hacer por el bien de mis hijos y por mi bien.
Cuando mi marido llegó a casa, le dije que tenía que hablar con él, nos sentamos los dos al lado de la chimenea. Me preguntó qué me pasaba, y le contesté que no podía seguir así, que no me aportaba nada bueno estar con él. Se puso muy agresivo debido a la decisión que yo había tomado, me golpeó y me dejó inconsciente en el suelo.
Cuando desperté, estaba metida en la cama y mi madre y María se encontraban a los pies.
Me contaron lo ocurrido ya que yo no recordaba nada, lloré muchísimo al escuchar esas palabras.
Me sentía desanimada, mal, sola, pero yo sé que podré con esto, con el apoyo de mi madre, María y mis hijos.

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