Un 27 de febrero, fui al cine con mis amigos. Cunado apagaron las luces, todo se quedó a oscuras un buen rato. Nos impacientamos porque la película no empezaba y todo el mundo comenzó a dar golpes. Yo me puse de los nervios. Entonces, se abrió el telón y salió el encargado del cine para anunciarnos que no se podría ver la película por el motivo de que el protagonista había fallecido antes de tiempo.
Una tarde de cine
Fecha: 13.04.2015 | Autor: Andrea Gil y Ana María Romero