Pasaban las horas, pero el teléfono seguía sin sonar. Paseaba de un lado a otro de la habitación, sin perder nunca de vista aquel artilugio que me estaba poniendo de los nervios. Ya no sabía qué debía hacer, así que corrí hacia el teléfono y marqué su número. Antes de poder darme cuenta de la estupidez que acababa de cometer, una joven contestó con un dulce 'Hola'. No podía continuar con aquella farsa, ella no se lo merecía.
Aquella dulce voz
Fecha: 10.03.2015 | Autor: Nieves Caro Fernández 3ºC